13 de diciembre de 2019

23 PROGRAMA DÍA 13 DE DICIEMBRE - SANTA LUCIA



Las familias romanas, se denominan “gens” y  eran una agrupación civil o sistema social de la Antigua Roma.

Cada gens comprendía a varias familias que se identificaban a través del cognomen de los hombres, por lo que sus integrantes eran agnados o gentiles, y estaban dirigidos  por varios pater familias.

El cognomen (plural, cognomina) que usaban  los romanos era  lo que especificaba la rama de la familia nomen a la que se pertenecía, o, en algunos casos también era el apodo de una persona en particular por ejemplo, "Lucio"; pero solo lo tenían los hombres, pues las mujeres eran designadas únicamente por el nomen.

El nombre oficial de los antiguos romanos estaba conformado al menos por el praenomen y el nomen junto con la filiación y la tribu.
 Los nombres propios entre los romanos se les ponía  a las niñas el octavo día después del nacimiento,  y a los niños el noveno día después.

 Este día le llamaban “dies lustricus”  y el bebe  era legitimado por su padre en el hogar, haciendo una ceremonia, que consistía en levantar al recién nacido que estaba en el suelo hacia el cielo (tollere filium) entre los brazos, esa ceremonia “lustratio”, de purificación estaba conectada con sacrificios, y otros ritos religiosos.

En este bautizo se  hacían  procesiones para bendecir al bebe, pulverizando con agua al bebe usando una rama de laurel o de olivo, y algunas familias utilizaban un utensilio llamado aspergillum (hisopo), además se quemaba incienso y plantas aromáticas.

En ese ritual era habitual ofrecer el sacrificio de un cerdo, en latín (sus), o un cordero (ovis), si la familia era rica podían sacrificar un toro o ternero (taurus), pero antes de matarlo,  le hacían dar vueltas alrededor del bebe objeto de la purificación, y en ese acto era cuanto a los niños se les daba el ·para-enomen” (nombre de pila)  siempre coincidiendo con algún antepasado; y a las niñas se les daba el “nomen”, siempre coincidente con el de su gens o clan.
Por ejemplo, las niñas de la gens Julia, todas se llamaban «Julia»  y para distinguirlas entre sí, se añadían las palabras:  minor, maior, tertia (tercera).. según su orden de nacimiento.

Pues en una, de esas gens, nació en el año 283 d. C. en Siracusa, que es una ciudad de la provincia romana de Sicilia, en el seno de una familia noble, rica y cristiana de la gens  Eutiquia, una niña a la que llamaron Lucia, esta bebe era hija de un hombre llamado Lucio, que murió siendo muy joven, y se cree que sin seguir la norma  romana, la llamaron como su padre.

El significado del nombre de Lucía es “Luz para el mundo”, esta niña fue educada en la fe cristiana, ofreciendo su vida y virginidad a Dios.
Sin embargo, su madre no estaba de acuerdo con esa elección, porque estaba muy enferma y necesitaba a su hija al no poder hacer muchas cosas, por lo que la comprometió a Lucia con un joven pagano, contra su voluntad.

Un día la madre decidió ir a rezar a la   tumba de Santa Águeda de Catania, ya que decían que era milagrosa para pedir que obrase un milagro y curar su enfermedad, y pidió fervorosamente que las frecuentes hemorragias que tenía cesaran y la madre se curó de la terrible enfermedad, por lo que Lucia pensó que si  Santa Águeda había hecho un milagro a su madre ella quería otro que la librara del compromisos con aquel hombre pagano,  para consagrar su vida a Dios que era lo que ella deseaba y  donar su fortuna a los más pobres.

Y Según cuentan Santa Agueda hizo el milagro y su madre aceptó que no sé desposara con aquel chico, pero el joven muy enfadado quería venganza al ser rechazado, y acusó a Lucia ante el pro-cónsul Pascasio de que era cristiana.

Otra historia cuenta que una vez convertida al cristianismo, se erigió en su defensora, llegando a curar milagrosamente a su madre enferma, recibió las apariciones de Santa Águeda.

Pidió entonces Lucía dos cosas a su madre, que le diese los bienes que heredaría para repartirlos a los pobres y que no la diese a nadie en matrimonio.

 A su vuelta a casa comenzaron a vender diariamente una pequeña parte de su patrimonio y el dinero obtenido lo entregaban secretamente a los pobres, pero como ya Lucía antes había sido prometida a un joven, éste al pensar que la fortuna estaba siendo dilapidada la denunció al cónsul que la llamó a su presencia.

La leyenda cuenta que la belleza de Lucia residía en sus bellos ojos y su mirada, y por esa razón eso tenía muchos pretendientes, lo que ha le hacía sentirse  agobiada y acosada sobre todo por muchos  hombres.

Y uno de esos hombres, tan pesados, era el pretendiente rechazado, que estaba enamorado de sus ojos, y para que la dejase en paz, ella se  arrancó y se los envió en una bandeja, pues sí sus ojos era lo único que le interesaban, ahí los tenía.

Como el pretendiente, en venganza por ser rechazado la había denunciado por ser cristiana, en el año 304 Lucía fue arrestada.
Interpelada por el cónsul Pascassio ella indicó que había repartido su fortuna socorriendo a los pobres en sus necesidades y que como ya no le quedaba dinero para ello quería honrar a Dios consagrando a Él su persona.

El cónsul la acusó de socorrer a corruptores del imperio y la amenazó con varios suplicios, como quiera que Lucía continuaba inalterable en su voluntad, mandó a unos de sus hombres  llevasen a un lugar público y allí le infringiesen todo tipo de aberraciones hasta su muerte, pero no hubo resultados.

En ese momento en que mandaba  Diocleiano eran  tiempos difíciles y Lucía fue arrestada bajo la acusación de ser una cristiana, y Pascasio le ordenó que hiciera sacrificios a los dioses, a lo que Lucía se negó.

Entonces ante esa negativa decidieron  sacrificarla,  el  procónsul dio órdenes precisas a sus soldados a que la llevaran a un prostíbulo para que la violaran, diciendo a Lucía:  “Te llevaré a un lugar de perdición así te alejarás de tu dios”, y te obligaremos a su renuncia y le negarás.

Fueron varios los que acudieron para llevársela, pero fue imposible moverla del lugar en que se encontraba. Ordenó entonces el cónsul que se la amarrase con cuerdas  sus pies y mano para que tirasen de ella, con todos  hombres fueran necesarios para moverla de aquel sitio, pero todo fue inútil. Indicó ordenó que fueran bueyes los que tiraran de las cuerdas, pero tampoco lograron moverla.

 Llamó entonces a unos magos para que con su magia y encantamientos trataran de moverla de aquel lugar, pero todo fue inútil.

Pascassio, lleno de cólera pidió que fuese rociada con orines pues existía la creencia de que estos deshacían los encantamientos, así se ejecutaron sus órdenes, pero Lucía siguió inmóvil.

A continuación, intentó quemarla viva, pero ello no fue posible, todo se quemó a su alrededor menos ella.

Entonces el procónsul Pascasio tomo otras medidas y ordenó que fuera condenada al martirio sometiéndola al suplicio de aceite y pez hirviendo, sin resultados.

Un amigo del cónsul se dirigió entonces hacia Lucía y clavó su espada en su garganta. Cuenta la tradición que Lucía permaneció viva e inmóvil hasta que recibió la comunión.

Otra tradición nos cuenta que le arrancaron los ojos y  ella volvió a ponérselos, y a partir de ese momento Lucía es considerada por los cristianos como una mártir cristiana, venerada por distintas iglesias: la católica, ortodoxa y luterana, esta mujer es importante por los  milagros   que ha hecho a personas ciegas, y  esta creencia popular fue decisiva en la interpretación iconográfica, siendo considerada patrona de oculistas y electricistas e invocada contra las afecciones de los ojos.

Los relatos que existen sobre su muerte entre los siglos IV y V son idénticos, considerándose que esa información es oficial, aunque  tiene algunos detalles diferentes respecto a su forma de morir y porque se quedó ciega.

Según uno de los relatos realizados por el martiryon griego Lucía la dejaron ciega, durante el periodo de la passio latina, al ser martirizada al traspasar su garganta con una lanza y sacarla por los ojos.

En esos momentos Roma estaba bajo el poder del emperador Diocleciano entre los años 303 y 311, época que  se convertiría en la mayor y más sangrienta persecución oficial del imperio romano contra los cristianos, pero no logró, su objetivo que era destruirlos.
Diocleciano hizo una reforma en la estructura del gobierno imperial que ayudaron a estabilizar económica y militarmente a Roma,  permitiendo que el Imperio perdurase más de cien años, cuando había estado a punto de colapsar pocos años antes.

Diocleciano nombró a Maximiano co-emperador, otorgándole el título de Augusto de Occidente en el 285. En el concilio de Carnuntum.  
Diocleciano y Galerio obligaron a Maximiano a renunciar a sus pretensiones imperiales; no obstante, dos años después intentaría hacerse de nuevo con el poder mientras Constantino se encontraba de campaña en el Rhin.

El levantamiento no tuvo éxito a causa de la ausencia de apoyos y Maximiano fue capturado en Marsella, y condenado a muerte por Constantino, obligando a  Maximiano a suicidarse en el verano del año 310.

A partir del año 324 el cristianismo se convirtió en la religión dominante del Imperio, bajo el gobierno de Constantino I el Grande.
La muerte de Santa Lucía tuvo lugar hacia el año 313,  y donde la enterraron se  construyó un santuario dedicado a su advocación, siendo lugar de peregrinaciones en su honor, donde se han realizado multitud de  milagros.

La relación entre Lucía y los ojos, probablemente tiene que ver por la iconografía de la Edad Media, ya que su nombre significa luz; lo que la hace ser la protectora de la vista, la patrona de los pobres, de los ciegos, de los niños enfermos y de las ciudades.

Durante la Edad Media, el calendario juliano dieron un retraso en la cuanta de los días, y de esta manera coincide con el solsticio de invierno, siendo el día más corto del año cuando se  coloca la festividad en su honor, al tener los días menos luz.
De ahí en refrán que reza  “Santa Lucía, acorta las noches y alarga los días”.
El  nombre de Lucia significa “la que porta la luz”, y en esas fechas es cuando se conmemoraba su martirio, ya que  los datos son las que pueden explicar el origen de esa leyenda sobre sus ojos.

La Iconografía de Lucía de Siracusa, es representada normalmente con una espada que le atraviesa el cuello, una palma, un libro, una lámpara de aceite y en ocasiones también con dos ojos en un plato.
Según la leyenda, debido a que fuentes exactas no existen,  hoy en día debido al tiempo que ha transcurrido desde ese acontecimiento; lo que cuentan es que cuando transfieren el cuerpo de Santa Lucía de Siracusa a Constantinopla, lo hacen para alejarla del período de invasión de la ciudad de Siracusa por parte de los sarracenos, durante la Cuarta Cruzada en el año(1204), siendo el duque de Venecia el autoriza que sus restos sean llevados a Venecia al monasterio de San Jorge, para luego en 1280, trasladarlos a su Iglesia en Venecia.

Las historias sobre Santa Lucía cuentan que salvó muchas veces a su pueblo natal, en momentos de difícultades, en situaciones de hambre, terremotos, guerras, y además, se ha comprobado que su intervención en otras ciudades como Brescia, que fue librada de una gran miseria, debido a su intercesión.

En 1955, el rostro de Lucía fue cubierto con una máscara de plata por expreso deseo del Patriarca Cardenal Roncalli (futuro Juan XXIII).
En Venecia se encuentra el sarcófago de cristal bajo el altar mayor de la Iglesia de Santa Lucia, aunque en algunas ocasiones la iglesia figura solo con el nombre de San Geremias, porque es la plaza donde está situada la iglesia.

Los restos de la santa fueron trasladados a esta iglesia en 1861 ya que se había construido en su honor, pero esta iglesia fue derribada para construir la estación de tren que lleva su nombre.
Muchas personas tienen mucha fe en Santa Lucía ya que dicen que hace milagros cuando hacen peticiones respecto a la vista, y que además otro tipos de favores.

Debido a su relación con la vista, los ciegos  la proclaman como su patrona, y los creyentes la tienen mucha devoción debido a su discapacidad.

Santa Lucía, gracias a su triste historia, tiene muchos  santuarios en su honor por muchos países del mundo.

 El día 22 de junio de 1894 fue descubierta la catacumba de San Giovanni, la más importante de Siracusa, que se encuentra cercana a la que conservó el cuerpo de Santa Lucía, incluso se dice que para el siglo IV, ya era celebrado en esa localidad el día de su martirio.

Su vida pura y humilde, su caridad y fervor, su entrega plena al servicio de Dios, fueron  premiados con el símbolo de la  palma suprema de la virginidad y del martirio como aparece en algunas iconografías.

En la fiesta de Santa Lucía se remonta desde los orígenes de la Edad Media, entre los siglos XVI y XVII, en Estocolmo se comenzó a celebrar la fiesta oficial, en la que se hacen grandes banquetes para la conmemoración.

El Festival de Santa Lucía se desarrolla cada 13 de diciembre que en el antiguo calendario Juliano usado en Suecia hasta 1753 era el Día de Navidad, y la noche más larga del año.

Hoy día en cada pueblo y ciudad, escuela o empresa, y en las iglesias, se realiza el desfile de Lucía, las niñas  llevan velas con luces en lugar de velas con fuego, como se hacía antiguamente.
Detrás de la niña desfilan más niñas con la misma túnica blanca y una vela en la mano, seguidas por los niños con capirotes blancos y decorados con estrellas amarillas, y también por los más pequeños vestidos de duendes. Es la “llegada de la luz”.

En esas fiestas tradicionales, las familias suecas suelen reunirse para hacer unas pastas al horno en moldes que recuerda a los ojos de Lucía, conocido como “bollos de santa Lucía”, y se los comen después de cantar canciones folclóricas. Estas pastas dicen que dan buena suerte y se regalan a los maestros  y personalidades deseando que sean justos en sus trabajos.

Una joven es elegida como “Reina de Lucía de Suecia” y recibe la corona el 13 de diciembre.

Es tradición que es un día para disfrutar de emocionantes conciertos corales en iglesias y teatros, donde los niños y jóvenes tienen el protagonismo absoluto.

La celebración del día de Lucía es, junto con la fiesta de San Juan o solsticio de verano, son las ceremonias más importantes  en la cultura sueca y tiene una clara vinculación con las condiciones de vida en la sociedad agraria nórdica: oscuridad y luz, frío y calor.
En toda Suecia, hoy como todos los años,  han comenzado el día con la canción de Lucía en casa, televisiones y radios, es impresionante como millones de suecos cantan una canción típica procedente del sur de Italia, y que ha sido interpretada por los más grandes cantantes clásicos.

Esta fiesta es el preludio de las fiestas navideñas, el principio de la temporada navideña siendo la celebración de la luz, ya que los días con  más oscuros.

La letra de la canción dice: Santa Lucía

La noche camina pesadamente
Alrededor del patio y del hogar,
Cuando el sol parte de la tierra,
Las sombras se ciernen.
Ahí en nuestra casa sombría
Andando con velas encendidas
¡Santa Lucía, Santa Lucía!
La noche camina segura y sigilosamente,
Ahora escuchen sus alas,
En cada cuarto tan silencioso,
Susurrando como unas alas.
Miren, en nuestro umbral está,
Vestida de blanco con luz en su pelo
¡Santa Lucía, Santa Lucía!
La oscuridad pronto se volará
De los valles de la tierra.
Luego nos dice
Una palabra maravillosa:
Un nuevo día volverá a levantarse
Del cielo rosado…
¡Santa Lucía, Santa Lucía!

Desde tiempos que incluso no hay escritos ha tenido a Santa Lucía como patrona de los ciegos y abogada de problemas de la vista. Sus fieles devotos hacen peticiones sobre la cura de alguna enfermedad, teniendo como agradecimiento un presente como exvoto ojos de oro o plata. Las Iglesias ortodoxas, católica, y luteranas escandinavas celebran su fiesta el día 13 de diciembre.

En España la ONCE organiza unas jornadas todos los años para conmemorar junto a  sus afiliados y pensionistas el día

IMAGEN SANTA LUCIA DE ZURBARÁN


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